sábado, 4 de septiembre de 2010

Jesús y el joven, Jesús y yo

«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna» (Mc 10,17).

Una vez un joven le hizo esta pregunta a Jesús. Como respuesta Jesús le recordó los mandamientos de Dios. Y cuando el joven le dijo que los había cumplido desde pequeño, Jesús lo miró con amor y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuánto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme» (Mc 10, 1).

«¡Ven y sígueme!». La invitación que el Señor dirigió aquel día al joven citado en el evangelio llega hasta nuestros días. La Iglesia repite esta invitación cuando el Papa, los obispos y todas las personas comprometidas en la atención pastoral de los jóvenes los invitan a reunirse. Hay muchas ocasiones en las que los jóvenes se pueden encontrar: en sus parroquias y en sus diócesis y, en las Jornadas Mundiales de la Juventud: en Roma, después en Buenos Aires en Argentina, sucesivamente en Santiago de Compostela en España, en Jasna Gora en Polonia y en Denver en los Estados Unidos, etc.

¿Qué significan para vosotros, jóvenes del Forum Internacional? Las palabras de Jesús: «Como el Padre me envió, también yo los envío».

Siempre es Cristo quien envía. Pero ¿a quién envía? Ustedes, jóvenes, son aquellos a quienes Jesús mira con amor. Cristo, que dice «sígueme», quiere que vivan su vida con un sentido vocacional. Quiere que sus vidas tengan sentido y una dignidad concreta.

¿Qué es lo que Cristo pide a los jóvenes? El Concilio Vaticano II nos ha hecho más conscientes del hecho de que existen muchas formas de construir la Iglesia: toda forma de apostolado es válida y fecunda si se desarrolla en la Iglesia, por la Iglesia y para la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, del que se habla en la enseñanza de San Pablo.

¡No esperéis más tiempo para dar una respuesta a la llamada del Señor!

Cuando nuestra respuesta es más específica y, como Moisés, decimos: «heme aquí» (cf. v.4), él nos revela más claramente a sí mismo y nos manifiesta su amor misericordioso con su pueblo necesitado. Poco a poco nos lleva a descubrir el modo concreto de servirle: «yo los enviaré». Es precisamente en este momento cuando nos asaltan los miedos y las dudas que nos disturban y que hacen más difícil la decisión. Y es entonces cuando más necesitamos sentirnos sostenidos por el Señor: «Yo estaré contigo». Cada vocación es una profunda experiencia personal de la verdad de estas palabras: «Yo estaré contigo».


Cristo dice: « ¡Ven conmigo en el Tercer Milenio a salvar el mundo! ».

Fuente: Mensaje de S.S. Juan Pablo II con ocasión de la X Jornada Mundial de la Juventud

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