sábado, 21 de mayo de 2011

«No temas, te he llamado por nombre, tú eres mía...» (Is 43,1-5).

Me llamo Olga y soy la primera Hija de San Pablo de Mozambique. Nací en Maputo en 1964, soy la primogénita de diez hijos e hijas. Mi padre José, sastre y mi madre María Massango, dueña de casa. No obstante la pobreza, mis padres no nos han hecho faltar lo necesario para vivir dignamente y recibir una buena educación escolástica y cristiana.

Mozambique se independizó en 1975, y en 1977 adoptó la ideología marxista. Muchos creyentes dejaron de asistir a la iglesia a causa de la persecución religiosa y un discreto número de misioneros se vio obligado a abandonar el país. La Iglesia de Mozambique, sin embargo, no obstante la persecución, ha buscado nuevas formas de acercarse al pueblo y animarlo en la fe.

En 1983 las Hijas de San Pablo se trasladaron de Beira, donde llegaron en 1967, a Maputo ya que a causa del cierre de la librería, no podían ejercer su misión en esa ciudad. En esta ocasión por primera vez escuché hablar del apostolado paulino. El año sucesivo, la revista Sinal publicaba la vida de Don Santiago Alberione en ocasión del centenario de su nacimiento. Me sentí identificada con el joven Alberione que había intuido que si la gente no va a la iglesia, la iglesia debe ir a la gente.

Como él he sentido la necesidad de «hacer la caridad de la verdad» a todos. Frecuentaba habitualmente la librería paulina y cada vez observaba en silencio a las hermanas y a las jóvenes que las ayudaban; un día me regalaron un folleto que presentaba su misión.

Al término de los estudios comencé a trabajar en la Facultad de Veterinaria como colaboradora en un Proyecto de investigación de la FAO. El ambiente era agradable, la dirección tenía confianza en mí, mi futuro se presentaba rico de perspectivas. Pero el acompañamiento de mi párroco me ha ayudado a discernir el llamado del Señor y a elegir con valentía mi vida religiosa según el carisma de Don Alberione. Sentía que éste era el camino para ser signo de fe y esperanza en Mozambique.

Pero todo debía realizarse ocultamente. Si hubieran descubierto mi intención de ser religiosa, me habrían enrolado inmediatamente para el servicio militar obligatorio o habría recibido alguna otra punición. Así hice todo mi camino de discernimiento vocacional en secreto, pero con el pleno apoyo de mi familia.

Finalmente, en la tarde del 4 de febrero de 1985, el párroco me acompañó a la casa de las Hijas de San Pablo y, después de un período de prueba, fui acogida en la comunidad el 20 de julio. Ha sido un período muy lindo, en el que he experimentado lo que significa “comunidad formativa”. Estábamos en los inicios de todo, y tuve la alegría de ver crecer la comunidad, las actividades apostólicas, la formación...

A pesar de estar en guerra en aquellos años, viví la alegría de dedicarme al apostolado en la librería y en la pastoral vocacional. Poco a poco fueron llegando las primeras vocaciones y el Maestro me hizo experimentar mucha consolación: sólo Él conoce el tiempo y las gracias que necesitamos.

Después de la formación teológica, pude trabajar en la realización del proyecto Biblia Africana. Actualmente estoy terminando el año de formación sobre el carisma, realizado en Roma a nivel de Familia Paulina. Vivo este nuevo regalo del Señor con gratitud, haciendo continua memoria de las muchas hermanas de diversas nacionalidades con las que compartí mi vida durante estos veinte años de vida paulina pasados en los diversos servicios (librería, editorial, vocacionista, superiora y formadora de las aspirantes, postulantes y juniores).

Al final de esta experiencia, si Dios quiere seré inserida en la nueva Delegación de África Austral, de la que Mozambique es parte junto a Sudáfrica. Iniciará así otra nueva aventura de fe y de renovada confianza en el Señor que guía mi historia y me ama con amor eterno.

Gracias a todas las superioras que me han ofrecido tantas oportunidades para crecer en el amor a la vocación paulina. Gracias a todas las hermanas y a las jóvenes que con su ejemplo me enseñaron cómo “ser Iglesia” en una comunidad que anuncia el Evangelio a todos en la cultura de la comunicación.

Olga Josè Massango, fsp
Fuente: www.paoline.org

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Beato Santiago Alberione - Fundador de las Hijas de San Pablo (Paulinas)

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