La misión dio inicio con una hermosa misa de envío presidida por los Padres Ángel Martín, párroco de la Iglesia San Pedro de Jajó y el P. Henry Kirsten. Finalizada esta se procedió a repartir a los 143 misioneros entre los diferentes caseríos que conforman el ámbito de la parroquia.
Fue una experiencia edificante. El contraste existente entre el hermoso paisaje con la pobreza material en algunos caseríos, te hablaba de la presencia de Dios entre los pobres y sencillos, al igual que la generosidad con la que recibían a los misioneros y compartían lo poco que tenían, incluso quedándose sin nada, nos recordaba a la viuda de Sarepta, que fue capaz de darlo todo con la esperanza en la promesa del Señor que “no se acabaría la harina de la tinaja ni el aceite de la jarra…” (Cf. 1 Re 17, 14) si compartía lo que tenia.
En definitiva fue reconocer que Dios camina a nuestro lado, brindándonos aquello que más necesitamos sea a nivel espiritual o material, permitiéndonos comprender que esta presente en la historia y en nuestra historia personal y el que siempre somos nosotros quienes recibimos muchos más de aquello que pobremente podemos dar.