Bendito seas San José, porque escuchaste la voz de Dios que te decía:
“No temas recibir a María como esposa, porque ha engendrado a mi hijo Jesús (Mt 1,20).
Tú como hombre de fe aceptaste con amor y esperanza la misión de cuidar, criar, proteger al mismo Dios-con-nosotros (Mt 1,23).
Corriste el riesgo de la persecución, el destierro. Trabajaste con tus manos y enseñaste al mismo Hijo de Dios a trabajar con sus manos, dignificando así el trabajo humano.
Con amor y generosidad acompañaste al adolescente Jesús.
Tú enseñaste a los padres de hoy a decir: Señor dame hijos capaces de vencer el temor, de ser seguros de sí mismos, decididos frente a los retos y a afrontar el futuro con optimismo.
Dales un corazón fuerte para amar y servir a sus hermanos, para poner su conocimiento al servicio de los demás.
Dales un espíritu y un corazón nuevo, que les permita ser generosos y optimistas. Dame a mí como papá la capacidad de poder escucharlos, comprenderlos y amarlos.
Que podamos sentarnos padres e hijos para mostrarte nuestra fidelidad y cariño. Haz que en la mesa familiar tengamos tu Palabra de vida, como fuerza y motor de nuestra existencia para sembrar el amor, el respeto, la unión entre los hijos.
Dame Señor, como padre, la sabiduría, la entereza, el valor y la fuerza de ser como San José, un esposo fiel, un padre sincero, ejemplo para mis hijos.
Que nunca Señor se defrauden de mí. Dame serenidad para cuidarlos y protegerlos, para enseñarles el camino de la madurez en la vida.
Que seamos mensajeros de paz y de reconciliación, porque buscando encontramos en tí la fuerza del amor y del perdón.
Que siempre tenga la sonrisa y la palabra adecuada para mi esposa y mis hijos para que haga en mí realidad tu ternura, tu compasión y misericordia, que nos abra como familia a esa gran familia humana para compartir con los demás.
Amén
Fray Héctor Herrera, o.p