sábado, 10 de abril de 2010

Una gota de agua

Había una gota de agua en la naciente de un río. Era una simple gota, nada más que eso. Pero en su insignificancia, ella tenía un sueño: después de superar la corriente, convertirse en mar. ¡Pero Cuánta pretensión! ¿Una gota, una simple gota, convertirse en mar? Ella sabía que era difícil, pero no imposible. Sujetada a ese hilo de esperanza, siguió el curso natural del río, siempre pensando en el día cuando de verdad se transformaría en océano.

Poco a poco surgieron los retos: piedras, evaporación, ramas… pero no desistía. Otras gotas habían partido junto con ella, no pudieron llegar hasta el final y quedaron en el camino. Sin embargo esta, tal vez por su persistencia, por la fe que poseía, de una forma u otra sabía que un día llegaría hasta allá y, ciertamente, sucedió. Venció todos los obstáculos, llegó al encuentro de las aguas y finalmente realizó su gran sueño. ¡Hoy aquella gota es mar!

¡Gracias a su perseverancia logró lo que muchos consideraban una utopia, una pretensión!

Imagina que eres una pequeña gota. Tu puedes ser igual que aquellas gotas que quedaron en el camino o la de esta historia, la que se convirtió en mar. ¡Sólo depende de ti! ¡Piensa en ello y haz la diferencia!

Para reflexionar:

- Cada persona fue creada por Dios. ¿Te descubres como hijo de Dios hecho a su imágen y semejanza?

- Tu eres una gota de agua que puede convertirse en mar. ¿De qué manera puedes hacerlo? Vivir nuestro llamado de hijos de Dios es dejar de ser gota para convertirnos en mar.
Fuente: Historias de la vida, parábloas para reflexionar. Editorial Paulinas.

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Beato Santiago Alberione - Fundador de las Hijas de San Pablo (Paulinas)

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