miércoles, 17 de enero de 2007

Dar sentido a nuestra vida


La vida es un don de Dios que nosotros hemos de recibir con corazón ilusionado y agradecido. Un corazón alegre comunica a los demás el aire fresco de la verdadera alegría.
Las personas melancólicas, tristes y ensimismadas son sospechosos en sí pues pueden que posean en sí una cosntitución psiquica débil. La vida es un don de Dios y debemos amarla. Él ha creado la belleza, la dicha, el amor y lo ha hecho porque nos ama. Somos seres creados fundamentalmente para el amor. Jesús quiere iniciarnos en la felicidad de amar. Es la única que conoce.

Quien ama verdaderamente es imposible que no de otra cosa que no sea amor; por ello Jesús murió por ello: "Nadie tiene más amor que quien da la vida por el amigo"... La alegría y el caracter jovial hacen ver que una persona está realizada en la vida, se siente plena y vive su vida en plenitud. Pues el encuentro con Jesús dilata y esponja el corazón. Da seguridad y fiemeza en la vida de cualquier ser humano; porduce satisfacción y felicidad.

Quien vive en soledad, vive como si estuviera difunto.
Por eso es importante, fundamental, necesario, urgente encontrarnos con la fuente de la vida, con la fuente de nuestra alegría que es Jesús de Nazaret. Descubrirle en su humanidad para descubrir nuestra humanidad y encontrándole poder enamorarnos de él: de su palabra, de su mensaje, de su vida...para seguir tras sus huellas. Y siguiéndole poder dar vida a los otros en el amor: en el servicio, en la justicia, en el respeto, en el dialogo y principalmente en ser humanos al estilo de Jesús.

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Beato Santiago Alberione - Fundador de las Hijas de San Pablo (Paulinas)

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