sábado, 7 de junio de 2008

San Pablo. La conversión a Cristo

1. Saulo, el hebreo, estudia en Jerusalén.

Pablo nació poco antes del año 10 de nuestra era, en una familia judía de Tarso, en Cilicia (la actual Turquía oriental). Recibió el nombre bíblico de Saúl (o Saulo) y el nombre romano de Pablo, probablemente porque su padre, habiendo adquirido la ciudadanía romana quiso manifestar una desconocida gratitud a la gens Paula.

“Instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios”. Según los Hechos, es “Fariseo, hijo de Fariseos” (Hch 23,6) y “circundado al octavo día” (Flp 3,5-6).


2. El perseguidor.


En el martirio de Esteban, “los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo… Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia”.

Saúl, que defendía con celo “las tradiciones de los padres” (Gál 1, 14) pertenecía probablemente al grupo de los Zelotas (Hechos 22,3), y lo que explicaría la expedición a Damasco, con la finalidad de apresar a los helenistas que criticaban el Templo, como Esteban, para doblegarlos, incluso con la tortura. Esto aclararía dos episodios extraños: Pablo no se integro del todo en la comunidad de Jerusalén y debió huir después de ser amenazado de muerte (Hch 9, 26-30); más tarde, cuarenta hebreos hicieron voto de asesinar a Pablo, entonces prisionero de los Romanos (Hc 23, 12 – 22), además que es conocido que el partido de los zelotas castigaban a aquellos que traicionaban su juramento.


3. La conversión / vocación.
Los Hechos de los apóstoles refieren la famosa frase que Pablo escuchó en el camino de Damasco: “Saúl, Saúl, ¿porqué me persigues?”

Pablo en la narración que él mismo hace de la aparición del Resucitado deja ver una gran confusión interior. Las vocaciones- conversiones proféticas del Antiguo Testamento, eran portadoras de una misión: “cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles, al punto…”(Gál 1,15-17).

La “conversión” radical de Saúl no representa para él un cambio de religión, pues él se siente más judío que nunca ya que es el “Dios de los padres” que lo ha mandado a predicar el evangelio. El evangelizador de los paganos continuará a predicar a los judíos mientras le sea posible, hasta que sea llamado definitivamente a Roma. La conversión y el bautismo de Pablo significan para él el descubrimiento de su verdadero y justo lugar en la vida de Israel.

Se ignora la edad de este capital acontecimiento, se puede deducir de la carta a los Gálatas que fuera entre los 33 y 35 años, poco después del nacimiento de la primera Iglesia, la de Jerusalén, que fue creada entorno a “Pedro y los once” (Hch 2, 14).

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Beato Santiago Alberione - Fundador de las Hijas de San Pablo (Paulinas)

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