Ayuna de palabras hirientes... y transmite palabras bondadosas.
Ayuna de descontento... y llénate de gratitud.
Ayuna de enojos... y llénate de mansedumbre y paciencia.
Ayuna de pesimismo... y llénate de esperanza y optimismo.
Ayuna de preocupaciones... y llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte... y llénate de las cosas sencillas de la vida.
Ayuna de presiones... y llénate de oración.
Ayuna de juzgar a otros... y descubre a Jesús que vive en ellos.
Ayuna de tristeza y amargura... y llénate de alegría el corazón.
Ayuna de egoísmo... y llénate de compasión por los demás.
Ayuna de falta de persón... y llénate de actitudes de reconciliación.
Ayuna de palabras... y llénate de silencio y de escuchar a otros.
Si todos intentamos este ayuno, lo cotidiano se irá inundando de paz... de amor... de confianza. Amén.
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