sábado, 20 de marzo de 2010

Vocación a ser persona

El ser humano sentimos en nosotros mismos un dinamismo que nos orienta, impulsa, dinamiza y conduce a un objetivo. Es la exigencia interna de ser persona. Nos sabemos personas y queremos ser personas. Nuestra naturaleza nos llama y nos reclama ser personas, no objetos, sino ¡personas!

Cada hombre y cada mujer estamos llamados a buscar el sentido de nuestra condición humana en cuanto varón o en cuanto mujer; a ser una experiencia de vida única e intransferible, a vivir nuestra condición humana de manera distinta e irremplazable, a ser igual que otros y ser, al mismo tiempo, originales; esta llamada a ser yo, es una vocación. La vocación humana, la vocación a ser personas.

Estamos llamados a ser y dar lo mejor de nosotros mismos, a desarrollar en plenitud ese germen vocacional con el que nacemos, pues desde el principio Dios nos llamó a ser persona, al crear al hombre y a la mujer.

Esta primera vocación que tenemos en común tiene diferentes aspectos que están estrechamente rela­cionados entre sí: La relación con uno mismo, con los otros y con la trascendencia (con Dios).

La primera llamada que nos hace Dios es a la vida, a existir como seres humanos. La tarea del hombre es construirse como persona, persona que se conoce a si misma, que actúa en libertad, que vive de valores, que tiene una relación positiva con los otros.

La vocación a ser persona se descubre, en primer lugar, dentro de uno mismo, cuando aprendemos a estar en silencio consigo mismo y llegamos a descubrir los propios valores, aspiraciones y posi­bilidades.

También se va descubriendo fuera de uno mismo, al saber "mirar" fuera: sobre todo a las personas de verdad, a su forma de vivir.


Cuando una persona va descubriéndose como vocación, va viviendo en la línea de la persona; y cuando más auténticamente se vive, mejor puede ir descubriéndose como persona.

Es importante que como jóvenes decidamos en que dirección seguir, que tengamos ideales altos, que nos esforcemos por formarnos un carácter que sea fuerte, rico y coherente, que sea libre y responsable y a la vez sensible a los valores verdaderos. Caminar por senderos de la verdad, sinceridad y autenticidad a ejemplo del nuestro Maestro Jesucristo.

Fuente: http://www.pastoraljuvenilmty.org.mx/, parroquiaicm.wordpress.com, http://jesuitasven.blogspot.com

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