Si deseamos construir un mundo más equitativo, solidario y fraterno, debemos preparar a los jóvenes para que sean capaces de hacerlo. No debemos esperar soluciones de sistemas, ideologías o programas, sino de aquellos que crean los sistemas, las ideologías y los programas.
Las estructuras familiares, comunitarias, sociales, políticas, económicas, religiosas, serán amplias o estrechas, según sea la visión de los que las conciben, las crean y las mantienen funcionando.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la solución está en la formación de la juventud.
¿Qué tipo de hombre y mujer queremos formar?
¿Qué modelos tenemos en mente para ir señalando los rasgos característicos del ser humano que todos deberíamos encarnar?
Todos los padres y madres cristianos desean que sus hijos aprendan de la vida de Jesús. Por esto que la verdadera pedagogía cristiana de los progenitores se basará en la aplicación del Evangelio a la vida personal para poder transmitir, con nuestro testimonio, la vida de Cristo.
Hace casi 2000 años un procurador Romano llamado Poncio Pilato, nos dio la respuesta, señalando a Jesús de Nazaret y diciendo:
"Aquí tenéis al Hombre" (Jn. 19, 5)
"En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del verbo encarnado... CRISTO... Manifiesta plenamente al hombre, al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación...Él es imagen de Dios invisible (Col. 1, 15) y es también el hombre perfecto...
"Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre". (Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia e el mundo actual Gaudium et Spes, 22).
"En Cristo todo adquiere sentido. Él rompe el horizonte estrecho en que el secularismo encierra al hombre, le devuelve su verdad y dignidad de hijo de Dios y no permite que ninguna realidad temporal, ni los estados, ni la economía, ni la técnica se conviertan para los hombres en la realidad última a la que deban someterse". (Conclusiones de Santo Domingo #27).
¿Cómo empezar a delinear en nosotros el perfil del ser humano perfecto?
¿Cómo establecer un “Jesusímetro” para medir nuestro crecimiento con respecto a Él que es el modelo?
El modelo del ser humano Jesús, no es únicamente para ser conocido e imitado por los cristianos sino para todos los hombres y mujeres que desean crecer hasta la estatura, la plenitud y el desarrollo que en este mundo nos sea posible alcanzar.
Jesús, que se hizo hombre para revelarnos la plenitud de vida, es más, la vida en abundancia que nos ha traído y que todos estamos llamados a alcanzar, nos dice: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn. 10, 10).
Hace falta recordar que hoy los niños y jóvenes reciben muchas imágenes que pueden ser para la familia una herramienta de comunicación para que aprendan a afrontar las dificultades, siguiendo el modelo de Cristo: aprovechar los acontecimientos adversos y las circunstancias difíciles: imágenes de guerra que se ven en los medios de comunicación, terremotos, inundaciones, pérdidas por muerte de personas conocidas, enfermedades, etc., porque nuestros hijos e hijas rueguen y así, los que padecen, se encuentren acompañados por su oración y compañía. Fomentamos de esta manera que alcen su corazón delante del dolor, la unión con Jesús que padeció en la Cruz por nosotros, y la sensibilidad para amar a los que padecen.
Las estructuras familiares, comunitarias, sociales, políticas, económicas, religiosas, serán amplias o estrechas, según sea la visión de los que las conciben, las crean y las mantienen funcionando.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la solución está en la formación de la juventud.
¿Qué tipo de hombre y mujer queremos formar?
¿Qué modelos tenemos en mente para ir señalando los rasgos característicos del ser humano que todos deberíamos encarnar?
Todos los padres y madres cristianos desean que sus hijos aprendan de la vida de Jesús. Por esto que la verdadera pedagogía cristiana de los progenitores se basará en la aplicación del Evangelio a la vida personal para poder transmitir, con nuestro testimonio, la vida de Cristo.
Hace casi 2000 años un procurador Romano llamado Poncio Pilato, nos dio la respuesta, señalando a Jesús de Nazaret y diciendo:
"Aquí tenéis al Hombre" (Jn. 19, 5)
"En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del verbo encarnado... CRISTO... Manifiesta plenamente al hombre, al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación...Él es imagen de Dios invisible (Col. 1, 15) y es también el hombre perfecto...
"Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre". (Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia e el mundo actual Gaudium et Spes, 22).
"En Cristo todo adquiere sentido. Él rompe el horizonte estrecho en que el secularismo encierra al hombre, le devuelve su verdad y dignidad de hijo de Dios y no permite que ninguna realidad temporal, ni los estados, ni la economía, ni la técnica se conviertan para los hombres en la realidad última a la que deban someterse". (Conclusiones de Santo Domingo #27).
¿Cómo empezar a delinear en nosotros el perfil del ser humano perfecto?
¿Cómo establecer un “Jesusímetro” para medir nuestro crecimiento con respecto a Él que es el modelo?
El modelo del ser humano Jesús, no es únicamente para ser conocido e imitado por los cristianos sino para todos los hombres y mujeres que desean crecer hasta la estatura, la plenitud y el desarrollo que en este mundo nos sea posible alcanzar.
Jesús, que se hizo hombre para revelarnos la plenitud de vida, es más, la vida en abundancia que nos ha traído y que todos estamos llamados a alcanzar, nos dice: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn. 10, 10).
Hace falta recordar que hoy los niños y jóvenes reciben muchas imágenes que pueden ser para la familia una herramienta de comunicación para que aprendan a afrontar las dificultades, siguiendo el modelo de Cristo: aprovechar los acontecimientos adversos y las circunstancias difíciles: imágenes de guerra que se ven en los medios de comunicación, terremotos, inundaciones, pérdidas por muerte de personas conocidas, enfermedades, etc., porque nuestros hijos e hijas rueguen y así, los que padecen, se encuentren acompañados por su oración y compañía. Fomentamos de esta manera que alcen su corazón delante del dolor, la unión con Jesús que padeció en la Cruz por nosotros, y la sensibilidad para amar a los que padecen.
Fuente:
http://www.salvadorgomez.com/programas/vmensajes_ant.asp?id=86
http://www.fluvium.org/textos/familia/fam162.htm
http://www.salvadorgomez.com/programas/vmensajes_ant.asp?id=86
http://www.fluvium.org/textos/familia/fam162.htm
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