lunes, 15 de junio de 2009

Finaliza el encuentro de los jóvenes formandos de a familia Paulina JUPAFOR


El día domingo14 de junio, fue muy dinámico y divertido, de mucha participación e integración entre todos lo formandos.

Antes de iniciar la ponencia, se inició con la oración, se reflexionó sobre la palabra de Dios, la cual fue significativa en los últimos 3 días del encuentro: “llevamos este tesoro en vasijas de barro” 2 Co.4-7; Luego se presentó un power point con nuestras fotos y frases bíblicas que nos ayudado en el proceso, y con espíritu agradecido concluimos la oración dando paso a la ponencia del día.


El tema conclusivo: Pablo Maestro y Formador, presentado por el Padre Ronald Francis Bone, sacerdote Paulino, quien coordinó de manera dinámica el compartir hecho por los grupos. Resaltamos las características de san Pablo como formador y maestro de las primeras iglesias cristianas fundadas por él, su espíritu de acogida, de entrega y la respuesta de correspondencia por parte de las comunidades.

La Eucaristía fue precedida por el Padre Andrés Monroy, Provincial de la Sociedad san Pablo, para finalizar agradecimos al Señor por todo lo vivenciado en este encuentro, resaltando la participación de todos y el empeño del grupo organizador.

En las horas de la tarde, tuvimos un tiempo de recreación y deporte que facilitó aún más los espacios de integración entre las Congregaciones que asistimos: Paulinos, Pastorcitas y Paulinas. La última actividad terminó con un concurso de baile, finalizando con la oración.


En una palabra todo fue una experiencia integral, que nos ha dejado interesados en continuar profundizando sobre los temas propuestos durante estos días. Ha sido una bella oportunidad de crecimiento y motivación en nuestro proceso vocacional.


Muchísimas gracias a todos los que permitieron este encuentro, a las personas que nos dedicaron de su tiempo para enriquecernos con su experiencia, al comité organizador y a todos nosotros también un saludo de congratulaciones por aprovechar la oportunidad brindada.

¡Esperamos vernos en el próximo encuentro Nacional Con ayuda de san Pablo, nuestro Padre, Maestro y Formador!

viernes, 12 de junio de 2009

Continuación del encuentro JUPAFOR


Después de la oración inicial, el saludo y las dinámicas de integración, iniciamos la ponencia con la hna. Luz Marina Plata (hsp), quien nos presentó “Liderazgo en san Pablo”, haciendo un paralelo con la vida del Padre Alberione. Con una presentación en power point, hicimos un recorrido por la historia vocacional de ellos, constatando la revelación de Jesús en sus vidas llamadas a ser anunciadores del Reino y su forma particular de llevar el Evangelio a los pueblos desde su cultura. Adentrándonos en el tema de liderazgo en san Pablo, la hna. Luz Marina nos compartió aspectos relevantes en el desarrollo de la misión de san Pablo: Su modelo organizativo, su pedagogía, plan estratégico, su objetivo y por su puesto su identidad de líder, fundador de comunidades.

Fue un espacio enriquecedor y de gran profundidad, que nos dejó grandes inquietudes y herramientas para continuar profundizando sobre la vida del apóstol de las reflexiones de P. Alberione, encontrados en “Abundantes Riquezas…” y “Apostolado de las ediciones”. Fue un gusto para todos compartir este espacio en el que conocimos algo más de nuestro Patrono y Fundador.

En horas de la Tarde la Hna. Liliana Campos (hsp), nos organizó un taller dividiendo los grupos en comunidades: Antioquía, Gálatas, Romanos, Corintios, Filipos, Tesalonicenses, Colosenses, Jerusalén, Efesios. Y presentando de forma dinámica estas comunidades compartíamos lo más relevante en ellas. Se hizo un concurso de la mejor Comunidad organizada en el que ganó la comunidad de Jerusalén.

Al final del día concluimos en el teatro, con una sentida Eucaristía, precedida por el Provincial Sociedad de San Pablo, padre Andrés Monroy.

jueves, 11 de junio de 2009

Segundo día del encuentro de JUPAFOR

Queridas hermanas:

Queremos comunicarles sobre las actividades que hemos realizado durante esta jornada. Es una experiencia enriquecedora de aprender como crear un blogs y pagina Web. Sabemos que es una ventaja de conocer y relacionarnos con personas de diferentes culturas. Y como Hijas de San Pablo al servicio del Evangelio podemos valernos de la evolución de la Internet para hacer llegar la buena nueva de Jesucristo a toda la humanidad.



En JUPAFOR pensamos de llegarle la información más creativa y dinámica, creamos un blogs para que las Provincias de Colombia-Ecuador, y México; la Delegación de Bolivia-Perú, y la Delegación Venezuela- Pto. Rico-Rep. Dominicana, puedan ver las actividades que realizamos de este encuentro.Para seguir más de cerca de este encuentro, las invitamos a visitar la siguiente página creada por JUPAFOR:
http://www.jupafor2009.blogspot.com/ en esta dirección encontrarán información, videos, fotos, enlace de página Web y una red social que pueden seleccionar en seguidores y verán los blog que cada formanda ha realizado.Muchas gracias por acompañarnos con sus oraciones, seguimos en comunicación.
Fraternalmente:
Comisión de comunicaciónEncuentro JUPAFOR 2009.

miércoles, 10 de junio de 2009

“Jóvenes Paulinas en oración, jóvenes Paulinas comunicación, la mística de Pablo a Cristo anunciar y JUPAFOR unida en fraternidad”

Queridas hermanas:

Reciban nuestros fraternales saludos y nuestro agradecimiento a Dios, y a cada una por hacer posible, este compartir como jóvenes formandas en este caminar paulino.

La experiencia que estamos viviendo ha sido una gracia de Dios. Iniciamos la jornada del sábado compartiendo las riquezas que nos ha dejado el “el año paulino”, a nivel personal y como grupos de formación. La hermana Carmen Alicia nos introdujo al sentido carismático de la historia de la Familia Paulina, desde el texto las Abundantes Riquezas de la Gracia de Dios, como herencia que nuestro Fundador nos dejó.

En la tarde, participamos en la final del “Festival Nacional de la Canción Paulina”, y con alegría celebramos el segundo puesto como solistas, con la canción que Simona compuso, Johanna musicalizó y Jonis (propedéutico paulino) interpretó. Nos gozamos el sentirnos familia e iglesia, lo que es para nosotras un compromiso de continúa Evangelización y apertura de nuestro carisma paulino.

En el día domingo, tuvimos la gracia de vivir un retiro, dirigido por la hermana Helide, en el cual profundizamos la mística de san Pablo, a través del pensamiento del padre Alberione y maestra Tecla. La hermana resaltó la importancia de ver nuestra historia de vida, reconociendo la presencia Trinitaria que nos habita. Concluimos la jornada con un receso comunitario, presentando nuestras diversidades culturales.

El lunes, las hermanas de la comunidad del centro nos acogieron con gran cariño. Abrimos el tema con una reflexión acerca de las realidades y de la importancia de asumir el reto de la evolución de los medios de comunicación, dirigido por David y Miguel Zúñiga, expertos en el área de las nuevas tecnologías y las instalaciones del Centro de Comunicación. Este taller nos ha servido como herramienta para continuar abriendo nuevos horizontes acerca de la Evangelización con las nuevas tecnologías.

Seguiremos comunicándoles los avances de este encuentro de JUPAFOR. Continuamos unidas en la oración.

Fraternalmente
Comisión de comunicación
Encuentro JUPAFOR 2009.

sábado, 6 de junio de 2009

LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO

Son perfecciones que forman en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.

Los frutos del Espíritu Santo son doce:

1. Caridad: El acto de amor de Dios y del prójimo.
2. Gozo espiritual: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.
3. Paz: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.
4. Paciencia: Sufrimiento sin inquietud en las cosas adversas.
5. Longanimidad: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos.
6. Bondad: Dulzura y rectitud del ánimo.
7. Benignidad: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento.
8. Mansedumbre: Refrenar la ira, y tener dulzura en el trato y condición.
9. Fe: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.
10. Modestia: La que modera, regula en el hombre sus acciones y palabras.
11. Continencia: La que modera los deleites de los sentidos.
12. Castidad: La que refrena los deleites impuros.


Paciencia y Mansedumbre.
Los frutos anteriores disponen al alma a los de paciencia, mansedumbre y moderación. Es propio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza, y de la virtud de la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera, que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. Estas dos virtudes combaten, pero no alcanzan la victoria sino a costa de violentos esfuerzos y grandes sacrificios; mas la paciencia y la mansedumbre, que son frutos del Espíritu Santo, apartan a sus enemigos sin combate, o si llegan a combatir, es sin dificultad y con gusto.

Longanimidad.
La longanimidad o perseverancia impide el aburrimiento y la pena que provienen precisamente del deseo del bien que se espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la grandeza de la cosa misma o de las demás circunstancias.


Bondad y Benignidad.
Estos dos frutos miran al bien del prójimo. La bondad y la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene. No tenemos en nuestro idioma la palabra que exprese propiamente el significado de benígnitas: y la palabra benignidad, se usa únicamente para, significar dulzura; y esta clase de dulzura consiste en, manejar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que siente los que tienen la benignidad sólo en calidad de virtud y no como fruto del Espíritu Santo.

Modestia.
La modestia es bastante conocida como virtud. Regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Como fruto del Espíritu Santo, todo esto lo hace sin trabajo y como naturalmente; y además dispone todos los movimientos interiores del alma, como en la presencia de Dios.

Continencia (Templanza) y Castidad.

Las virtudes de templanza y castidad atañen a los placeres del cuerpo, reprimiendo los ilícitos y moderando los permitidos: aquélla refrena la desordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que pudieran cometerse; ésta regula o cercena el uso de los placeres de la carne.
Mas los frutos de templanza y castidad desprenden de tal manera al alma del amor a su cuerpo, que ya casi no siente tentaciones y lo mantienen sin trabajo en perfecta sumisión.

domingo, 31 de mayo de 2009

El Papa en Pentecostés: el Espíritu del amor, antídoto a la contaminación del corazón

Violencia y pornografía corrompen alma y corazón, sobre todo de los jóvenes. La libertad queda condicionada. También hoy el hombre se auto-afirma como dios, posesionándose peligrosamente de las energías del cosmos y de sus enormes potencialidades. Un panorama necesitado de Pentecostés, de la acogida del Espíritu Santo que, como acaba de señalar Benedicto XVI, es el aire imprescindible de la vida espiritual, la energía que mueve el mundo y “el más fuerte”, porque donde entra el Espíritu de Dios, desaparece el temor.

En la Basílica de San Pedro, el Santo Padre, en la Santa Misa de la Solemnidad de Pentecostés, ha profundizado en una fiesta que se distingue por su importancia “porque en ella se realiza lo que Jesús había anunciado que era el objetivo de toda su misión en la tierra”; “el verdadero fuego, el Espíritu Santo, ha sido traído a la tierra por Cristo”, quien “se ha hecho mediador del ‘don de Dios’ obteniéndonoslo con el mayor acto de amor de la historia: su muerte en la cruz”.


“Lo que el aire es para la vida biológica, lo es el Espíritu Santo para la vida espiritual; e igual que existe una contaminación atmosférica que envenena el ambiente y los seres vivos, existe una contaminación del corazón y del espíritu que mortifica y envenena la existencia espiritual”, alerta.
De hecho, la razón de la prioridad actual de la ecología es, precisamente, evitar el acostumbramiento al envenenamiento del aire. “Lo mismo se debería hacer con lo que corrompe el espíritu”, advierte el Papa.

En cambio parece que no hay dificultad para habituarse “a muchos productos contaminantes para la mente y el corazón que circulan en nuestra sociedad –por ejemplo imágenes que hace un espectáculo del placer, la violencia o el desprecio hacia el hombre o la mujer”, lamentó.

“Se dice que también que esto es libertad, sin reconocer que todo ello -denunció- contamina, intoxica el alma, sobre todo de las nuevas generaciones, y acaba por condicionar la libertad misma”.
El “viento impetuoso de Pentecostés” remite “a lo precioso que es respirar aire limpio, tanto con los pulmones –el aire físico- como con el corazón –el aire espiritual-, ¡el aire saludable del espíritu que es amor!”, exhortó.

De la analogía con el aire, Benedicto XVI pasó a la analogía con el fuego, apuntando un aspecto característico del hombre moderno que, “posesionándose de las energías del cosmos”, “hoy parece auto-afirmarse como dios y querer transformar el mundo excluyendo, dejando de lado o incluso rechazando al Creador del universo”.

“En las manos de un hombre así”, tal energía “y sus enormes potencialidades se hacen peligrosas: pueden volverse contra la vida y la humanidad misma, como desgraciadamente lamenta la historia”, subrayó, recordando como advertencia las tragedias de Hiroshima y Nagasaki y la muerte “en proporciones inauditas” que sembró la energía atómica empleada con fines bélicos.

La Solemnidad de Pentecostés se centra en Jesucristo, que ha traído a la tierra “el Espíritu Santo, el amor de Dios que renueva la faz de la tierra purificándola del mal y liberándola del dominio de la muerte”, recalcó el Santo Padre.

“Dios quiere seguir donando este ‘fuego’” del Espíritu Santo “a cada generación humana” –proclamó Benedicto XVI-, “y naturalmente es libre de hacerlo como y cuando quiera”; pero existe una “vía normal”: “Jesús, su Hijo Unigénito encarnado, muerto y resucitado”, que “ha constituido la Iglesia como su Cuerpo místico para que prolongue su misión en la historia”.

¿Cómo debe ser la comunidad, cada uno de nosotros para recibir el don del Espíritu Santo? El Papa respondió a este interrogante reviviendo la experiencia en el Cenáculo, donde los discípulos “perseveraban todos unidos en la oración”; “así que la concordia de los discípulos es la condición para que venga el Espíritu Santo; y presupuesto de la concordia es la oración”.

Se trata de que Pentecostés “no se reduzca a un simple rito o a una sugestiva conmemoración, sino que sea un evento actual de salvación”. Para ello el Santo Padre indica la necesaria espera del don de Dios “mediante una escucha humilde y silenciosa de Su Palabra”.

Y “para que Pentecostés se renueve en nuestro tiempo, tal vez es necesario –sin quitar nada a la libertad de Dios- que la Iglesia se ‘afane’ menos en las actividades y se dedique más a la oración”, sugirió.

El Espíritu Santo, “el más fuerte”, “donde entra expulsa el miedo nos permite conocer y sentir que estamos en las manos de una Omnipotencia de amor: pase lo que pase, su amor infinito no nos abandona”.

Demostración de ello “es el testimonio de los mártires, la valentía de los confesores de la fe, el intrépido impulso de los misioneros, la franqueza delos predicadores, el ejemplo de todos los santos, algunos incluso adolescentes y niños”. Asimismo lo demuestra “la existencia misma de la Iglesia, que, a pesar de sus límites y las culpas de los hombres, sigue atravesando el océano dela historia, empujada por el soplo de Dios y animada por su fuego purificante y purificador”.

Es “la fe y la esperanza con la que repetimos hoy, por intercesión de María: ‘¡Envía tu Espíritu, Señor, para renovar la tierra!’”.

Fuente: Cope.es_Marta Lago]

viernes, 29 de mayo de 2009

María Reina de los Apóstoles, en la Vispera de Pentecostés

El cristiano es alguien que ha respondido a una llamada a la santidad y al apostolado. ‘Apóstol’ es una palabra griega que significa ‘enviado’. Cristo es ‘apóstol del Padre’, porque el Padre lo envió. Él nos ha contado todo lo que sabe de su Padre Dios. Después de resucitar, les dijo a los discípulos: “Como el Padre me envió, también yo os envío” (Jn 20,21). Desde ese momento, la Iglesia es ‘apostólica’, misionera. Tiene como principal deber anunciar a Cristo a todos.

María es modelo de esa Iglesia que porta a Cristo a los demás. Antes del nacimiento de Jesús, cuando lo lleva en su vientre, visita a Isabel (cf. Lc 1,39-56), y le lleva la alegría del evangelio. Ella lo muestra también a los pastores y a los magos. De forma especial, después de la resurrección, está presente en la primera comunidad cristiana, unida a la oración de los apóstoles, que esperan el Espíritu Santo en Pentecostés. El Espíritu Santo es la fuerza principal que impulsa a la Iglesia a ser misionera. Por todo esto, la Iglesia entera y cada uno de los cristianos hemos estado seguros de la presencia de María al lado de cada misionero y de cada evangelizador. Por esta razón, llamamos a María ‘Reina de los Apóstoles’.
Dios todopoderoso,
que derramaste
al Espíritu Santo
sobre los apóstoles,
reunidos en oración con María,
concédenos,
por intercesión de la Virgen,
entregarnos fielmente
a tu servicio
y proclamar
la gloria de tu nombre
con testimonio
de palabra y de vida.
Como Familia Paulina celebramos junto a toda la Iglesia la fiesta de María Reina de los Apóstoles el sábado anterior al domingo de Pentecostés.

domingo, 17 de mayo de 2009

Buscad las cosas de arriba

Si has sido resucitados con Cristo, busca las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Pon el corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues, del mismo modo que él subió sin alejarse por ello de nosotros, así también nosotros estamos ya con él allí, aunque todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que se nos promete.

Él ha sido elevado ya a lo más alto de los cielos; sin embargo, continúa sufriendo en la tierra a través de las fatigas que experimentan sus miembros. Así lo atestiguó con aquella voz bajada del cielo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y también: Tuve hambre y me disteis de comer. ¿Por qué no trabajamos nosotros también aquí en la tierra, de manera que, por la fe, la esperanza y la caridad que nos unen a él, descansemos ya con él en los cielos? Él está allí, pero continúa estando con nosotros; asimismo, nosotros, estando aquí, estamos también con él. Él está con nosotros por su divinidad, por su poder, por su amor; nosotros, aunque no podemos realizar esto como él por la divinidad, lo podemos sin embargo por el amor hacia él.

Él, cuando bajó a nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al cielo. Él mismo asegura que no dejó el cielo mientras estaba con nosotros, pues que afirma: Nadie ha subido al cielo sino aquel que ha bajado del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. Esto lo dice en razón de la unidad que existe entre él, nuestra cabeza, y nosotros, su cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos identificados con él, en virtud de que él, por nuestra causa, se hizo Hijo del hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios.

En este sentido dice el Apóstol: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. No dice: "Así es Cristo", sino: Así es también Cristo. Por tanto, Cristo es un solo cuerpo formado por muchos miembros. Bajó, pues, del cielo, por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros subimos también en él por la gracia. Así, pues, Cristo descendió él solo, pero ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la divinidad de la cabeza con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que éste no sea separado de su cabeza."

De los Sermones de San Agustín, obispo

(Sermón Mai 98, Sobre la Ascensión del Señor, 1-2; PLS 2, 494-495)

sábado, 9 de mayo de 2009

Bendición para las madres

Padre Celestial: Te damos gracias por nuestras madres a las que tu les has confiado el cuidado precioso de la vida humana desde su inicio en el vientre.

Tú has dado a la mujer la capacidad de participar contigo en la creación de nueva vida. Haz que cada mujer puede llegar a comprender el pleno significado de esta bendición, que le da una capacidad ilimitada de amor desinteresado a todos los niños.

Mira a cada madre que está esperando un hijo, fortalece su fe en Tu paternal cuidado y amor para ella y para su feto. Dale valentía en tiempos de miedo o dolor, la comprensión en los momentos de incertidumbre y duda, y la esperanza en tiempos de problemas. Concédele alegría en el nacimiento de su hijo.


Bendice a las madres a quienes les has dado el gran privilegio y la responsabilidad de ser de un niño el primer maestro y guía espiritual. Haz que todas ellas pueden dignamente fomentar la fe de sus hijos, siguiendo el ejemplo de María, Isabel, y otras santas mujeres que siguen a Cristo.

Ayuda a las madres a crecer diariamente en el conocimiento y la comprensión de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y concédeles la sabiduría para difundir este conocimiento fielmente a sus hijos, y a todos los que dependen de ellas.

Ayudar a todas las "madres espirituales", quienes, a pesar de que no pueden tener hijos propios, desinteresadamente, sin embargo, están al cuidado de los hijos de los otros - de cualquier edad y estado de vida. Que puedan conocer la alegría de cumplir este maternal llamado de la mujer, tanto en la enseñanza, la enfermería, la vida religiosa, o en otro tipo de trabajo que reconoce y promueve la verdadera dignidad de todo ser humano creado en su imagen y semejanza.

Nosotros te pedimos que envíes el Espíritu Santo, el Consolador, a las madres de los niños que han muerto, están enfermos o separados de sus familias, o que se encuentren en peligro o problemas de cualquier tipo. Ayuda en el duelo a las madres a confiar en Tu misericordia y la ofrenda paternal de amor para todos sus hijos.

Pedimos tu bendición sobre todas aquellos a quienes le has confiado la maternidad. Que Tu Espíritu Santo constantemente las inspire y fortalezca. Que nunca dejen de seguir el ejemplo de María, madre de Nuestro Señor, y de imitar su fidelidad, su humildad y su amor oblativo. Que las madres pueden recibir su gracia abundantemente en esta vida terrena, y que esperen participar de la alegría eterna en Tu presencia en la vida por venir.

Te lo pedimos por nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, mundo sin fin. AMEN.

jueves, 7 de mayo de 2009

Vocaciones y oración

El miércoles 16 de abril de 2008, el Papa Benedicto XVI dirigió un importante discurso a los obispos de Estados Unidos, en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington.

Al final de su discurso, el Papa afrontó tres preguntas formuladas por los obispos. La tercera tocaba un tema básico en la vida de la Iglesia: la disminución de vocaciones.

Benedicto XVI respondió con una actitud fraterna y confiada. Explicó, al inicio, que la capacidad de suscitar vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa es un signo seguro de la salud de una Iglesia local. A este respecto, no queda lugar para complacencia alguna. Dios sigue llamando a los jóvenes, pero nos corresponde a nosotros animar una respuesta generosa y libre a esa llamada.

Desde el texto de Mt 9,37-38, el Papa recordó la importancia de rezar al Dueño de la mies para que envíe operarios a su mies. Parecerá extraño, pero yo pienso muchas veces que la oración -el unum necessarium- es el único aspecto de las vocaciones que resulta eficaz y que nosotros tendemos con frecuencia a olvidarlo o infravalorarlo.


¿De qué oración se trata? Benedicto XVI aclaró en seguida de que no se trata sólo de la oración por las vocaciones, que tiene tanta importancia. Se trata, sobre todo, de la oración cristiana, que se vive en familia, que se refuerza a través de la formación y de los Sacramentos, y que se convierte así en el medio principal por el que llegamos a conocer la voluntad de Dios para nuestra vida.

Cada bautizado necesita crear un clima de oración, un diálogo personal con Dios, que abre el alma a descubrir y acoger la llamada divina. Así resulta posible ese discernimiento vocacional que es ante todo el fruto del diálogo íntimo entre el Señor y sus discípulos. Los jóvenes, si saben rezar, pueden tener confianza de saber qué hacer ante la llamada de Dios.

Las necesidades más profundas de los hombres de hoy surgen a causa de la ausencia de Dios. ¿Cómo será posible que Dios regrese a nuestro mundo? A través de muchos jóvenes sacerdotes, de muchos jóvenes consagrados en la vida religiosa, que se comprometan plenamente a anunciar el Evangelio del Amor de Dios, la presencia de Cristo en el mundo.

Eso será posible si cada hogar, cada parroquia, cada diócesis, promueve ese clima profundo de oración en el cual los corazones se abren sencillamente a Dios y rezan, desde el santuario de la conciencia: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Habla, Señor, que tu siervo escucha (cf. Hch 22,10; 1Sam 3,10).

Autor: P. Fernando Pascual

domingo, 3 de mayo de 2009

XLVI JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Tema: « La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana»

Venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,Queridos hermanos y hermanas.

Con ocasión de la próxima Jornada Mundial de oración por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, que se celebrará el 3 de mayo de 2009, Cuarto Domingo de Pascua, me es grato invitar a todo el pueblo de Dios a reflexionar sobre el tema: La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana. Resuena constantemente en la Iglesia la exhortación de Jesús a sus discípulos: «Rogad al dueño de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38). ¡Rogad! La apremiante invitación del Señor subraya cómo la oración por las vocaciones ha de ser ininterrumpida y confiada. De hecho, la comunidad cristiana, sólo si efectivamente está animada por la oración, puede «tener mayor fe y esperanza en la iniciativa divina» (Exhort. ap. postsinodal Sacramentum caritatis, 26).
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miércoles, 15 de abril de 2009

Mariana nos cuenta desde Colombia su experiencia como Locutora de Cristro durante la Semana Santa

Estoy agradecida a Dios por el llamado que me ha hecho para consagrarme a Él y hacer de esta misión Paulina un camino de santificación y de salvación para todas las almas por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Durante esta misión ha sido una gracia de Dios compartir con Andrea Ruiz (novicia), la hermana Rosalina y la hermana Amparo, aunque no estuvo con nosotras pero si nos acompaño desde casa a través de su oración.

Ha sido una experiencia enriquecedora evangelizar con este medio: la radio, en las emisoras caracol (oxigeno 1110 AM); RCN (radio calidad 1230 AM) y Todelar (radio popular 1080 AM).

Contamos durante este tiempo con la participación de invitados especiales: teólogos, psicólogos, religiosas, sacerdotes, conjuntos de pastorales de la arquidiócesis de Cali.

Una de las cosas que valoro y agradezco es la atención de la arquidiócesis de Cali quienes cuentan siempre con nuestro apostolado, en especial el Padre José Gonzáles y Adriana encarga del departamento de comunicación de la arquidiócesis de Cali, con espíritu Paulino hemos aprovechamos esta oportunidad que nos brindan y así para dar a conocer a Jesús Maestro a través de los medios de comunicación.

domingo, 12 de abril de 2009

Domingo de Resurrección


La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Contempla los lugares donde Cristo se apareció después de Su Resurrección.

El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.

Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.


Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar? Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14). Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.


Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.

La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.


La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico. Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.

Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.

Fuente:
www.es.catholic.net

martes, 7 de abril de 2009

La Vigilia-Pascual

La Vigilia Pascual es la celebración más importante del año, la culminación de la Semana Santa y el eje de toda la vida cristiana, hasta el punto de haber sido denominada «madre de todas las vigilias». Sin embargo, todavía está lejos de significar algo importante para nuestro pueblo, que se hace presente, sobre todo, en las procesiones del viernes. Para muchos de nuestros fieles sigue siendo el Viernes Santo el día decisivo. Con todo, la resurrección de Jesús es dato básico de la confesión de fe, comunicación de nueva vida e inauguración de nuevas relaciones con Dios. Según la actual liturgia, el sábado es día de meditación y de reposo, de paz y de descanso, sin misa ni comunión, con el altar desnudo. La Vigilia Pascual más antigua que se conoce es del siglo III. Hacia el año 215, según la Tradición de Hipólito, el bautismo era celebrado, con la eucaristía, en la Vigilia Pascual. Esto se generalizó en el siglo IV. A finales de este siglo algunas Iglesias introdujeron el lucernario pascual, que finalmente se extendió a todas partes. A partir del siglo Xll se comenzó a bendecir el fuego.

Con la noche del sábado se inicia el tercer día del triduo. Según el misal, es noche de vela. Está constituida por una larga celebración de la palabra que acaba con la eucaristía. Se inicia el acto con una hoguera. En un primer momento, puede prenderse un «fuego de campamento», con cantos jubilosos, danza de niños y mayores alrededor del fuego, y quema de cosas que rechazamos: juguetes bélicos, prensa mentirosa, jeringuillas de droga, etc. e empieza la celebración con una monición para dar sentido a todo el acto, que tiene cuatro partes:

a) La liturgia de la luz

Se desarrolla de noche, fuera del templo, en torno al cirio, símbolo de Cristo, al que siguen los bautizados con sus luminarias encendidas. El lucernario, o rito del fuego y de la luz, tiene su origen en la práctica judía y cristiana primitivas de encender una lámpara a la llegada de la noche, junto con una bendición. Los fieles, con los cirios apagados en la mano, son los «exiliados». Con el fuego se enciende el cirio pascual, y con éste se encienden las velas que portan los fieles; de este modo, se entra en procesión en la iglesia, ya preparada y adornada profusamente. El cirio encendido evoca la resurrección de Cristo. Dentro del templo se proclama el pregón pascual, canto de esperanza y de triunfo; su texto debiera ser propio cada año. Dentro del Exultet caben aclamaciones festivas de la asamblea.
b) La liturgia de la palabra

En esta segunda parte se describe la historia de la salvación. Son fundamentales las lecturas del Génesis (creación), Éxodo (liberación de Egipto), Profetas (habrá una nueva liberación) y Evangelio (proclama de la resurrección). Esta parte consta de una introducción catequética y de varias lecturas que narran la historia de la salvación, hasta llegar al evangelio. Se intercalan las lecturas con cantos, oraciones o noticias breves. Proclamada la resurrección, aplaudimos, cantamos festivamente e incluso puede hacerse una danza, repartirse flores y hasta encender bengalas. Todo gravita en torno a la Pascua del Señor.


c) La liturgia del agua

La tercera parte celebra el nuevo nacimiento. Se desarrolla especialmente cuando hay bautismos, sobre todo de adultos. En el caso del bautismo de niños, los padres hacen la petición, el presidente de la comunidad responde, se convoca a los santos en las letanías, se bendice el agua, se exhorta a la profesión de fe y a los compromisos cristianos y se procede al bautismo. Las promesas bautismales se renuevan estando todos de pie, con los cirios encendidos, mediante un diálogo que concluye con la aspersión. Un gran aplauso rubrica el acto sacramental.



d) La liturgia eucarística

La eucaristía es la cumbre de la vigilia. Los recién bautizados participan activamente en la oración universal, procesión de ofrendas y comunión. Tras una monición adecuada, se procede a preparar solemnemente la mesa con flores, cirios y toda clase de ofrendas, en un «ofertorio» en el que pueden intervenir también los niños (cabe incluso una danza a la hora de llevar los dones). La anáfora también debiera ser nueva cada año. Al final de la fiesta, después de la comunión, se acaba con un encuentro festivo, en el que no debe faltar un sencillo ágape en el que participen todos los asistentes. La eucaristía pascual anuncia solemnemente la muerte del Señor y proclama su resurrección en la espera de su venida.


La Eucaristía Pascual

En la eucaristía del Domingo de Resurrección se comenta la experiencia del triduo, y varios participantes del mismo dan testimonio al reconocer que su vida cristiana se ha visto robustecida por estas celebraciones regeneradoras, al modo de unos «ejercicios espirituales» litúrgicos. El acontecimiento pascual, sacramentalmente celebrado en la eucaristía, no se reduce sólo a Cristo y a la Iglesia, sino que tiene relación con el mundo y con la historia. La Eucaristía Pascual es promesa de la Pascua del universo, una vez cumplida la totalidad de la justicia que exige el reino. Todo está llamado a compartir la Pascua del Señor, que, celebrada en comunidad, anticipa la reconciliación con Dios y la fraternidad universal. El día pascual de la resurrección, Jesús comió con los discípulos de Emaús y con los Once en el cenáculo. Son comidas transitorias entre la resurrección y la venida del Espíritu. Estas comidas expresan el perdón a los discípulos y la fe en la resurrección. Enlazan las comidas prepascuales de Jesús con la eucaristía. Denominada «fracción del pan» por Lucas y «cena del Señor» por Pablo, se celebraba al atardecer, a la hora de la comida principal. Había desde el principio un servicio eucarístico (mesa del Señor) y un servicio caritativo (mesa de los pobres). Se festejaba el «primer día de la semana», con un ritmo celosamente guardado. Surge así la celebración del día del Señor (pascua semanal), y poco después la celebración anual de la Pascua.

sábado, 28 de marzo de 2009

Ayuna en esta cuaresma...


Ayuna de palabras hirientes... y transmite palabras bondadosas.

Ayuna de descontento... y llénate de gratitud.

Ayuna de enojos... y llénate de mansedumbre y paciencia.

Ayuna de pesimismo... y llénate de esperanza y optimismo.

Ayuna de preocupaciones... y llénate de confianza en Dios.

Ayuna de quejarte... y llénate de las cosas sencillas de la vida.

Ayuna de presiones... y llénate de oración.

Ayuna de juzgar a otros... y descubre a Jesús que vive en ellos.

Ayuna de tristeza y amargura... y llénate de alegría el corazón.

Ayuna de egoísmo... y llénate de compasión por los demás.

Ayuna de falta de persón... y llénate de actitudes de reconciliación.

Ayuna de palabras... y llénate de silencio y de escuchar a otros.

Si todos intentamos este ayuno, lo cotidiano se irá inundando de paz... de amor... de confianza. Amén.

jueves, 19 de marzo de 2009

Vocación de San José

De los escritos de San Bernardino de Siena. Sermo 2, de S. Ioseph: Opera 7, 16. 27-30

"La norma general que regula la concesión de gracias singulares a una criatura racional determinada es la de que, cuando la gracia divina elige a alguien para otorgarle una gracia singular o para ponerle en un estado preferente, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar.

Esta norma se ha verificado de un modo excelente en San José, padre putativo de nuestro Señor Jesucristo y verdadero esposo de la Reina del universo y Señora de los ángeles. José fue elegido por el eterno Padre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa, y cumplió su oficio con insobornable fidelidad. Por eso le dice el Señor: «Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor».

Si relacionamos a José con la Iglesia universal de Cristo, ¿no es este el hombre privilegiado y providencial, por medio del cual la entrada de Cristo en el mundo se desarrolló de una manera ordenada y sin escándalos? Si es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es San José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular.

José viene a ser el broche del Antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los Patriarcas y los Profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo que para ellos había sido mera promesa.

No cabe duda de que Cristo no sólo no se ha desdicho de la familiaridad y respeto que tuvo con él durante su vida mortal como si fuera su padre, sino que la habrá completado y perfeccionado en el cielo.

Por eso, también con razón, se dice más adelante: «Entra en el gozo de tu Señor». Aun cuando el gozo eterno de la bienaventuranza entra en el corazón del hombre, el Señor prefirió decir: «Entra en el gozo», a fin de insinuar místicamente que dicho gozo no es purarnente interior, sino que circunda y absorbe por doquier al bienaventurado, como sumergiéndole en el abismo infinito de Dios.

Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu Esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén."

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Beato Santiago Alberione - Fundador de las Hijas de San Pablo (Paulinas)

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