



El Papa ha escrito, como todos los años, una carta con ciertas orientaciones para que aprovechemos mejor este período de la Cuaresma. Me permito tomar algunos extractos para que cada uno de nosotros pueda trazarse mejor su programa personal para fortalecerse en este gimnasio espiritual que es la Cuaresma.
El ejercicio base que propone el Papa puede resumirse en esta frase: «Hay mayor felicidad en dar que en recibir» (He 20,35). Las oportunidades abundan y las manifestaciones pueden ser muy diversas: ofrecerse a ayudar en casa, dar un consejo a un amigo, dar una ayuda caritativa a una persona necesitada, explicar una lección a quien no comprende, etc.
En el fondo se trata de combatir esa tendencia que es común denominador de todos los hombres y que se llama egoísmo. La solución está en salir de uno mismo y poner al prójimo antes que a uno mismo.
Cuando hice la profesión religiosa tomé el nombre de "Tecla" en memoria de la primera discípula de San Pablo. En aquel momento, el fundador me eligió para acompañar, ser guía y madre de la naciente Congregación de las Paulinas. Con fe heroica y confianza incondicional emprendí el misterioso camino siendo fiel colaboradora del Padre Santiago Alberione.
El Sí que pronuncié cambió el rumbo de mi vida y un nuevo capítulo se comenzó a escribir en el siglo XX, un capítulo destinado a la mujer: Paulinas, mujeres consagradas a Dios en el mundo de la comunicación. Animaba a mis hijas en esta hermosa misión y les decía: " Prestemos nuestros pies al Evangelio, que corra y se extienda", y les compartía lo que tenía en lo profundo de mi corazón "Quisiera tener mil vidas para dedicarlas a este noble apostolado: predicar el Evangelio con los medios de comunicación".
Con el Sí que di, nacieron luego otros muchos Sí que hoy conforman lo que son las Hijas de San Pablo.
Tecla Merlo muere en Albano el 05 de febrero de 1964. Cuando falleció la Congregación ya estaba presente en 24 naciones de los cinco continentes. La hermana Tecla Merlo, profundamente contemplativa en la acción y activa en la contemplación, dejó a las hermanas Paulinas un camino abierto de santidad heroica. La Iglesia reconociendo la heroicidad de su vida la ha proclamado Venerable.
No es el camino de los conformistas y de los satisfechos con la situación de este mundo; sino de los violentos y rebeldes que aspiran a que su paso por él lo haga un poco mejor.
No es el camino de los que regatean y miden sus obligaciones para con Dios y el prójimo; sino de los que siguen voluntariamente a Jesucristo.
No es el camino de los egoístas, que sólo miran hacía sí mismos; sino de los generosos que piensan en los pobres de la tierra.
No es el camino de los que quieren hacer un favor a Dios; sino de los que corresponden agradecidos a la propuesta que Dios les hace.
No es el camino de los desilusionados, aburridos, tristes; sino de quienes sienten el fuego del Evangelio.
No es el camino de los que confían en sus fuerzas; sino de los que se abandonan y apoyan constantemente en Dios.
De una forma o de otra, cada estilo de vida consagrada hace presente a Jesucristo en nuestro tiempo. Los contemplativos nos hacen presente a Jesús que subía al monte a orar a su Padre. Otros lo hacen desde la asistencia a los pobres, los ancianos y los enfermos (tantos consagrados que trabajan con los más humildes y los más necesitados); imitan de esta forma a Jesús en su servicio cariñoso a los hombres y mujeres que sufren en todos los tiempos. Otros lo hacen como transmisores del Evangelio (misioneros), como educadores (en la enseñanza o el trabajo con los niños, jóvenes o adultos), o de otras maneras según la inspiración del Espíritu; de este modo, continúan la predicación de Cristo que iba de ciudad en ciudad anunciando la Buena Noticia.
Hay un elemento común a las distintas formas de consagración a Dios: los votos de pobreza, de castidad y de obediencia. Los votos religiosos no son una novedad: arrancan del compromiso bautismal, y buscan vivirlo en plenitud, según una llamada por parte de Dios.
Los votos se viven según el espíritu de alguna tradición monástica o del carisma recibido por algún Fundador. Cada carisma debe ser valorado y reconocido por la Iglesia como garantía de su autenticidad y de su procedencia del verdadero Espíritu de Cristo.
La vida consagrada, por lo tanto, es parte esencial de la Iglesia, algo querido por el mismo Cristo. Como nos dice el documento del Papa dedicado a este tema, la vida consagrada no sólo ha desempeñado en el pasado un papel de ayuda y apoyo a la Iglesia, sino que es un don precioso y necesario también para el presente y el futuro del Pueblo de Dios, porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión (Juan Pablo II, exhortación apostólica postsinodal Vida consagrada, n. 3).
Al celebrar, por lo tanto, cada 2 de febrero la jornada de la vida consagrada, podemos recordar y agradecer a Dios el que siga invitando a tantos hombres y mujeres a vivir su vida bautismal de un modo especialmente intenso y profundo, gracias a tantas congregaciones, órdenes religiosas y otras formas de vida consagrada que enriquecen y alientan la vida de todo el pueblo cristiano y, en concreto, de cada una de las diócesis del mundo.
Este periodo de mayor intimidad con el Maestro me ha conducido a la certeza de que Él siempre acompañara y dirigirá hacia sí, mis pasos. Sueño con pertenecerle totalmente. Y con que en mí se realice la segunda Encarnación del Verbo, como hace mucho tiempo lo vivió María. Por mis propias fuerzas es imposible, pero cuento con su gracia que se manifiesta con total plenitud en mi debilidad. Simona Rosario, Novicia de las Hijas de San Pablo