sábado, 19 de junio de 2010

Los signos de los tiempos II. ¿En esta realidad que me siento llamado?

La Iglesia reconoce que la historia es un lugar en que se encuentra la voluntad de Dios, ya que las manifestaciones de Dios se dan en las mediaciones humanas, particularmente la historia, concretamente, las realidades sociales, políticas, religiosas y culturales del mundo y de la Iglesia. Ahora bien, frente a toda esta realidad actual ¿a que me siento llamado?

Esta respuesta solo la encontraremos de manera personal cada uno de nosotros en nuestro corazón, pero para ello es preciso:

Interpretados los signos de nuestro tiempo la luz de la Palabra de Dios.


Tradición y Magisterio. Teniendo siempre en cuenta la Palabra de Dios, como punto de referencia y marco de orientación fundamental. Para que este discernimiento tenga cierta garantía es necesario la relación o conexión con la revelación fundacional.

Desvelar los signos a la luz de la Palabra de Dios, nos puede llevar a ver en ellos la oportunidad salvadora de Dios, y nuestro papel o nuestro llamado dentro de cada oportunidad salvadora.

Conocer profundamente de la realidad y época actual.

Este conocimiento es el que da autoridad a todo discernimiento sobre la presencia de Dios en ella y tener sensibilidad e intuición a lo que en ella hay de extraordinario.

Interpretar la presencia de Dios como una cuestionante y no como solución.

En la búsqueda de la respuesta y la verdad, podremos descubrir la voluntad divina. Dios provoca a la acción, a la libertad del hombre. ¿Qué has hecho por tu hermano?

Discernir en comunidad – iglesia.

La dimensión comunitaria y fraternal impide ser monopolizador de la verdad y exige humildad en el servicio a esa verdad de la que nadie es propietario.
Estos criterios no evitan los respectivos riesgos de un errado discernimiento, ya sea en su lectura o su respuesta, ya que nuestra razón a veces no dimensiona la voluntad de Dios en su profundidad de los designios.

Tampoco ninguno de nosotros se puede apropiar de tener la autoridad de interpretar estas señales como "señales de Dios", e incluso muchos pueden con los alarmismos apocalípticos llegar a dar una visión que no corresponde a la voluntad de Dios.

Los "Signos de los tiempos", muestran la grandeza de la libertad humana, y del amor de Dios, pues en todo lo que el hombre busca para su bien común, va a coincidir con la voluntad de Dios; y, en caso contrario, cuando el actuar del hombre no coincide con la voluntad de Dios, van a haber voces que disientan su malestar, todo en vistas de conseguir un mundo mejor para todos.

Una vez más pidamos a Dios poder discernir y ver en los signos de los tiempos de hoy cual es el llamado particular para cada uno de nosotros.

sábado, 12 de junio de 2010

Los signos de los tiempos I: ¿Que manifiesta Dios en la realidad?

Una vez alcanzada una comprensión básica sobre la concepción recogida en los Evangelios respecto a las señales propias del tiempo mesiánico, podemos comenzar a preguntarnos por la aplicación a nuestro tiempo. Vivimos en los tiempos del Mesías. Por tanto, los signos característicos de la época mesiánica pueden estar perfectamente en vigor también en nuestro tiempo. Ahora bien, cualquier búsqueda de “signos de los tiempos” en este tiempo nuestro tendrá que aceptar la existencia de una mínima coherencia y continuidad entre los signos que Jesús consideró como aceptables y los signos que hoy podemos considerar como significativos de la presencia mesiánica.

Y esto significa claramente que no cualquier acontecimiento extraordinario, aparentemente grandioso y benéfico puede ser considerado sin más, de una forma apresurada, como “signo de nuestro tiempo”.

Los signos mesiánicos de nuestro tiempo no se pueden situar, como hacen las teologías del capitalismo, en sistemas económicos que, por las razones que sean, pretenden a la larga ser beneficiosos para la mayor parte de la humanidad por más que de entrada no lo puedan ser. Si hay algo propio de los signos mesiánicos, es que ellos realizan ya desde abajo lo que significan. La alimentación de las multitudes no es algo para el futuro, sino algo que se realiza ya desde ahora allí donde la confianza en el Dios de Jesús permite un compartir efectivo entre los que carecen de recursos suficientes.

Los signos de los tiempos no se pueden buscar en el poder político, ni se pueden situar a escala de toda la sociedad, ni se pueden poner en el futuro. Los signos de los tiempos son, como hemos visto, signos de este tiempo, ya presentes y actuantes en el presente. Añadir imagenNo son signos de gloria, sino signos de servicio, que se rastrean entre los humildes, y no entre los poderosos. Son signos que requieren un pueblo libremente situado bajo la soberanía del Mesías, en el que se inicia un servir mutuo y confiado.

En muchos lugares en nuestro mundo, donde el Espíritu de Jesús está ya actuando. Hoy por ejemplo, uno de los signos de los tiempos que ha salido a la luz de la opinión pública ha sido la defensa de la vida de aquellos que no pueden defenderse al interior del útero de la mujer, y la defensa de aquellos que, habiendo dado su vida por su familia, son considerados una carga que han de ser desechados.

Pidamos a Dios ver sus huellas nuestra vida, sin alarmismos, sin desesperación, sino que todo lo contrario, llenos de esperanza y alegría.

Fuente:
http://www.praxeologia.org

sábado, 5 de junio de 2010

Cómo vivir el agradecimiento en la cotidianidad

Me quejé

Pensaba que mi vida no estaba bien, hablé con Dios y:

Me quejé de lo que me salió mal en el trabajo, pero no agradecí mis manos para trabajar.

Me quejé de tener que soportar el ruido de mis hermanos, más no agradecí por tener una familia.
Me quejé cuando no había lo que más me gustaba para comer, pero olvidé agradecer por tener qué comer.

Me quejé por mi salario, cuando miles ni siquiera tienen uno.

Me quejé porque no apagaban la luz de mi cuarto al buscar unos libros, pero no pensé en que muchos no tienen hogar donde tener las luces encendidas.

Me quejé por no poder dormir 10 minutos más, olvidando a quienes darían todo por tener su cuerpo sano para poder levantarse.

Me quejé por tener que trabajar al día siguiente, olvidando que muchos no tienen trabajo que les permita llevar sustento a su familia.

Me quejé porque mi madre me reprendía, cuando millones desearían tenerla viva para poder honrarla y abrazarla.

Me quejé pues tenía que dar una charla sobre Jesús a unos jóvenes, olvidando el privilegio que es poder hablar a otros de Jesús.

Dios me mostró en aquel momento la verdad y entonces comprendí lo ingrato que había sido con Él y comencé a agra­decer por las cosas que había olvidado y, aún más, aquellas por las que tanto me quejaba. Espero que tú no cometas el mismo error que yo estaba cometiendo.

La vida esta llena de encuentros y desencuentros, de días iluminados y opacos. En ellos constatamos que la vida está colmada de la presencia de Dios y se compone de amor, pasión, fortaleza y superación. Las piedras que nos presenta el camino son oportunidades que Dios nos brinda para aprender a apreciarla y especialmente para vivir el día a día en actitud de agradecimiento. No perdamos la oportunidad de vivir el agradecimiento en la cotidianidad.

Fuente: Rubén Guerra
Vitaminas Diarias para el espíritu II, Editorial Paulinas

sábado, 29 de mayo de 2010

¿Qué es el misterio de la Santísima Trinidad?

El sacerdote, con sencillas palabras, comenzó a disipar las dudas: “Hija, ¿quién puede comprender y explicar los misterios de Dios? Se llaman misterios precisamente porque no pueden ser comprendidos por nuestra pequeña inteligencia. Podemos formarnos alguna idea con ejemplos.

¿Has visto alguna vez preparar la masa para hacer el pan? ¿Qué hace el panadero? Toma la harina, la levadura y el agua. Son tres elementos distintos: la harina no es la levadura ni el agua; la levadura no es la harina ni el agua y el agua no es la harina ni la levadura. Se mezclan los tres elementos y se forma una sola sustancia. Por lo tanto, tres elementos distintos forman unidos una sola sustancia. Con esta masa se hacen tres panes que tienen la misma sustancia pero distintos en la forma el uno del otro.

Eso es, tres panes distintos el uno del otro pero una única sustancia. Así se dice de Dios: Él es uno en la naturaleza, Trino en las personas iguales y distintas la una de la otra. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo; el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Son tres personas iguales pero distintas. Sin embargo, son un solo Dios porque única e idéntica es la naturaleza de Dios”.

Respuesta dada por el Padre Pío de Pietrelcina.

sábado, 22 de mayo de 2010

Colocar los dones al servicio de la comunidad

ESTRELLAS DE MAR

Érase una vez un escritor que vivía en una tranquila playa cerca de un pueblo de pescadores. En la tarde, ya con ideas renovadas, se quedaba en casa para inspirarse. Cierto día, estando en la playa como de costumbre, vio un bulto a lo lejos que parecía bailar. Curioso, se acercó y notó, que era un joven que recogía estrellas de mar, una por una, para devolverlas al océano. No pudo contenerse y le preguntó: “¿Por qué hacer eso?.

“¿No lo vez? – El joven explicó- La marea está baja y el sol brilla intensamente. De esa manera se van a secar y a morir en caso de que permanezcan en la arena”.

El escritor se sorprendió y le dijo: “joven amigo, existen miles de kilómetros de playas en este mundo de Dios y centenes de estrellas de mar esparcidas por las playas. ¿Qué diferencia hay? Lanzas unas pocas de regreso al océano; sin embargo, de cualquier modo la mayoría de ellas van a morir”.

El joven, indiferente a los argumentos del escritor, agarró una estrella de mar y la lanzó de vuelta al agua. De inmediato miró al escritor y contestó: “para esa que tiré al mar, yo hice la diferencia”.

Aquella noche, el escritor no pudo escribir, ni siquiera dormir. Por la mañana regresó a la playa, buscó al joven y se unió a él. Juntos comenzaron a lanzar estrellas de mar hacia el océano.

Por lo tanto, seamos uno más de los que quieren hacer del mundo un lugar mejor. ¡Hagamos la diferencia!

Reflexiona ahora:

¿Acostumbras a hacer tu parte por el bien de la comunidad poniendo los dones que Dios te ha dado al servicio de la misma?

¿Estas de acuerdo que la omisión es uno de los mayores pecados?

Fuente: Historias de la vida. Parábolas para reflexionar. Editorial Paulinas.

sábado, 15 de mayo de 2010

Como reconocer la vida como don del Espíritu.

La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable. Es sagrada porque desde su inicio comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término.
A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo. Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros.

El don del Espíritu Santo es el que nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar; nos permite conocerlo y amarlo; hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.

La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios.

Dios se ha finado en nosotros desde siempre y nos ha llamado a la existencia por un libre acto de su voluntad y de su amor.

Nuestro cuerpo nos ha sido dado por nuestros padres, elegido por Dios como cooperadores de su suprema paternidad, mientras que nuestra alma ha sido creada directamente por él.

Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y por lo mismo, nuestra vida encierra una grandeza y un dinamismo únicos.

Dios es el Señor de la vida, y por eso, debemos respetarla siempre, tanto en nosotros como en los demás.

Al darnos la vida Dios nos dio también un mundo, el mundo creado, para que nosotros lo dominemos, lo perfeccionemos y lo disfrutemos digna y honradamente, compartiendo sus bienes con los demás hombres, también criaturas de Dios y hermanos nuestros.

La vida, en fin, es bella si es buena, activa, honrada y sin manchas de maldad que la entristecen, la envenena y, al final, la destruyen.

La vida es un mensaje que se lleva.
Un don que se cultiva.
Un compromiso que se cumple.
Una imagen que se transmite.
¡Una respuesta a Dios!
Dar y darse... Ser y sentir...
Amar y crecer... Sembrar y producir...
¡Eso es la vida! Dar y darse...
Ser y sentir... Amar y crecer...
Sembrar y producir...

sábado, 8 de mayo de 2010

Jornada mundial de las comunicaciones sociales y Ascensión del Señor

La ascensión del Señor marca una etapa nueva y definitiva para los apóstoles. El Señor resucitado ya no aparecerá más, sino que sube al cielo para interceder por los hombres ante el Padre. Los apóstoles se encuentran ante una nueva situación. Por una parte, según las palabras de Cristo, deben esperar para ser revestidos del Espíritu Santo, pero por otra parte, deben meditar que ya ha empezado la hora de dar continuidad a la obra de Cristo en su cuerpo que es la Iglesia.

Jesús Resucitado y Exaltado a la derecha del Padre el Gran Comunicador Universal que nos reúne y apacienta. Por tal motivo la Iglesia celebra laJornada mundial de las comunicaciones sociales el día de la Ascensión del Señor.

sábado, 1 de mayo de 2010

La profesión como proyecto cristiano

El testimonio individual, dentro del ejercicio de la profesión, así como la valoración de la actividad profesional no puede quedarse solamente en la adquisición de los recursos económicos necesarios para el profesional. Es necesario que la elección y el ejercicio de la profesión sea juzgado con valores más amplios como son: la realización de la persona, el incremento del bien común y el enriquecimiento del patrimonio de la sociedad y de toda la familia humana.

Nuestro comportamiento individual tiene repercusiones sociales. Ser conscientes de ello debe llevarnos a todos a inspirar los comportamientos personales, familiares y profesionales en los criterios morales que rigen nuestra vida social como cristiano.

La preparación profesional debe ser rigurosa y exigente; sin caer en la idolatría al éxito personal, a la posesión del poder, a la eficacia, al honor o al dinero. El proyecto de vida profesional debe estar orientado por los valores fundamentales propuestos por la Persona de Cristo, siendo capaces de dar testimonio y de vivirlos en sociedad.

Es importante amar la profesión y tener una visión global sobre el hombre y sobre la sociedad, ser capaces de abrirse a otros aspectos que estén más allá de la profesión y/o especialidad. Ser partícipes de un equipo de trabajo, de una comunidad laboral, manteniendo o actuando con confianza, libertad, fraternidad, solidaridad, lealtad y convicciones personales. Realizar el oficio con libertad, alegría, actitud solidaria. Aceptando el ejercicio de la profesión como una valiosa oportunidad para el crecimiento personal de los compañeros de trabajo y de sí mismos.

Fuentes varias

sábado, 24 de abril de 2010

Los discípulos de Emaús: ¿Cómo ser discípulo hoy?

Es difícil pensar en ser discípulo de Jesús y no mirarle a los ojos y preguntarle a Él, ¿Cómo puedo seguirte hoy? ¿Cómo ser testigo resucitado del Resucitado?

La respuesta difícilmente vendrá desde la mera intelectualidad, es fundamental que el corazón ocupe su lugar. El discípulo lo es porque opta con su corazón "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón..."

Seguir a Jesús individualmente es tarea ardua y difícil, el Espíritu impulsa a ejercer el discipulado en comunidad de hermanas y hermanos. El mejor modo de ir buscando respuestas a las preguntas es desde el seno de la comunidad de hermanas y hermanos.

Otra clave fundamental a la hora de buscar vivir el discipulado: colocar en el centro de nuestra existencia aquellos a quienes Jesús colocó en el centro de la suya. Pobres, marginados, excluidos.

Ser discípulo hoy nos supone capaces de generar preguntas sobre el devenir de nuestra existencia en confrontación con la existencia de Cristo el Señor, haciendo un camino común con el resto de hermanas y hermanos, reconociendo que sólo Dios y los pobres pueden ocupar el centro de nuestra existencia.

Ser discípulos significa ser gente de esperanza, constructor de comunidades de esperanza en un mundo donde las opciones suelen reducirse a un optimismo limitado o a un pesimismo sin límites. Para ello debemos entrar en el sepulcro desde el que Jesús nos habla sobre la esperanza.

La desesperación en las relaciones personales se hace cada vez más visible. Todos luchamos contra la soledad. Nos sentimos desvinculados. Parece como si careciéramos de hogar, y lo buscamos en el matrimonio, en la amistad, en la comunidad. Angustiados, buscamos un sentido de pertenencia, de arraigo, de solidaridad. Esta ansia de aceptación se expresa muy a menudo de manera violenta. «Ámame, por favor», decimos, «no puedo vivir sin ti. Tienes que calmar mi necesidad. Tienes que llenar ese doloroso vacío con el que ya no puedo vivir».

«Somos seres rotos e inseguros. Pero somos abrazados por aquel que nos dice: "No temáis, yo os he amado primero. Y en mí encontraréis seguridad"».

Jesús dice «no» a la muerte. Podemos verlo cuando camina con sus discípulos a Emaús: dice «sí» a la vida. Habla sobre la vida en un momento en que la atención de sus discípulos está fija en la muerte. Estamos llamados a decir «no» a la muerte en todo momento, llamados a ser discípulos testigos de esperanza dentro de las comunidades parroquiales.

sábado, 17 de abril de 2010

Jesús, el modelo a seguir

Si deseamos construir un mundo más equitativo, solidario y fraterno, debemos preparar a los jóvenes para que sean capaces de hacerlo. No debemos esperar soluciones de sistemas, ideologías o programas, sino de aquellos que crean los sistemas, las ideologías y los programas.

Las estructuras familiares, comunitarias, sociales, políticas, económicas, religiosas, serán amplias o estrechas, según sea la visión de los que las conciben, las crean y las mantienen funcionando.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la solución está en la formación de la juventud.

¿Qué tipo de hombre y mujer queremos formar?

¿Qué modelos tenemos en mente para ir señalando los rasgos característicos del ser humano que todos deberíamos encarnar?


Todos los padres y madres cristianos desean que sus hijos aprendan de la vida de Jesús. Por esto que la verdadera pedagogía cristiana de los progenitores se basará en la aplicación del Evangelio a la vida personal para poder transmitir, con nuestro testimonio, la vida de Cristo.

Hace casi 2000 años un procurador Romano llamado Poncio Pilato, nos dio la respuesta, señalando a Jesús de Nazaret y diciendo:

"Aquí tenéis al Hombre" (Jn. 19, 5)

"En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del verbo encarnado... CRISTO... Manifiesta plenamente al hombre, al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación...Él es imagen de Dios invisible (Col. 1, 15) y es también el hombre perfecto...

"Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre". (Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral sobre la Iglesia e el mundo actual Gaudium et Spes, 22).

"En Cristo todo adquiere sentido. Él rompe el horizonte estrecho en que el secularismo encierra al hombre, le devuelve su verdad y dignidad de hijo de Dios y no permite que ninguna realidad temporal, ni los estados, ni la economía, ni la técnica se conviertan para los hombres en la realidad última a la que deban someterse". (Conclusiones de Santo Domingo #27).

¿Cómo empezar a delinear en nosotros el perfil del ser humano perfecto?

¿Cómo establecer un “Jesusímetro” para medir nuestro crecimiento con respecto a Él que es el modelo?


El modelo del ser humano Jesús, no es únicamente para ser conocido e imitado por los cristianos sino para todos los hombres y mujeres que desean crecer hasta la estatura, la plenitud y el desarrollo que en este mundo nos sea posible alcanzar.

Jesús, que se hizo hombre para revelarnos la plenitud de vida, es más, la vida en abundancia que nos ha traído y que todos estamos llamados a alcanzar, nos dice: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn. 10, 10).

Hace falta recordar que hoy los niños y jóvenes reciben muchas imágenes que pueden ser para la familia una herramienta de comunicación para que aprendan a afrontar las dificultades, siguiendo el modelo de Cristo: aprovechar los acontecimientos adversos y las circunstancias difíciles: imágenes de guerra que se ven en los medios de comunicación, terremotos, inundaciones, pérdidas por muerte de personas conocidas, enfermedades, etc., porque nuestros hijos e hijas rueguen y así, los que padecen, se encuentren acompañados por su oración y compañía. Fomentamos de esta manera que alcen su corazón delante del dolor, la unión con Jesús que padeció en la Cruz por nosotros, y la sensibilidad para amar a los que padecen.


Fuente:
http://www.salvadorgomez.com/programas/vmensajes_ant.asp?id=86

http://www.fluvium.org/textos/familia/fam162.htm

sábado, 10 de abril de 2010

Una gota de agua

Había una gota de agua en la naciente de un río. Era una simple gota, nada más que eso. Pero en su insignificancia, ella tenía un sueño: después de superar la corriente, convertirse en mar. ¡Pero Cuánta pretensión! ¿Una gota, una simple gota, convertirse en mar? Ella sabía que era difícil, pero no imposible. Sujetada a ese hilo de esperanza, siguió el curso natural del río, siempre pensando en el día cuando de verdad se transformaría en océano.

Poco a poco surgieron los retos: piedras, evaporación, ramas… pero no desistía. Otras gotas habían partido junto con ella, no pudieron llegar hasta el final y quedaron en el camino. Sin embargo esta, tal vez por su persistencia, por la fe que poseía, de una forma u otra sabía que un día llegaría hasta allá y, ciertamente, sucedió. Venció todos los obstáculos, llegó al encuentro de las aguas y finalmente realizó su gran sueño. ¡Hoy aquella gota es mar!

¡Gracias a su perseverancia logró lo que muchos consideraban una utopia, una pretensión!

Imagina que eres una pequeña gota. Tu puedes ser igual que aquellas gotas que quedaron en el camino o la de esta historia, la que se convirtió en mar. ¡Sólo depende de ti! ¡Piensa en ello y haz la diferencia!

Para reflexionar:

- Cada persona fue creada por Dios. ¿Te descubres como hijo de Dios hecho a su imágen y semejanza?

- Tu eres una gota de agua que puede convertirse en mar. ¿De qué manera puedes hacerlo? Vivir nuestro llamado de hijos de Dios es dejar de ser gota para convertirnos en mar.
Fuente: Historias de la vida, parábloas para reflexionar. Editorial Paulinas.

sábado, 3 de abril de 2010

Triduo Pascual Juvenil

Cada año celebramos la Pascua, la más grande de todas las festividades cristianas, celebramos la victoria de la Vida sobre la muerte, de la Gracia de Dios sobre el pecado; de la comunión sobre el individualismo. Es la Pascua de Jesús, su triunfo sobre la muerte a través de su resurrección.

Para celebrar un triduo pascual con jóvenes se puede reflexionar acerca de los últimos acontecimientos de la vida de Jesús, tres días que invitan a la reflexión personal y comunitaria.

Este año como tema puede destacarse el aspecto comunitario en las celebraciones pascuales. Vivirlas en comunidad, desde la comunidad y para formar comunidad, ya que la Pascua es la más importante expresión de fe de la comunidad cristiana. Es la fiesta central de la vida cristiana.

Jueves Santo:
Este día pueden desarrollarse actividades que ayuden a los jóvenes a descubrir en el Sacramento Eucarístico el servicio sacerdotal que hace presente a Jesús como Pan de Vida. En el lavatorio de los pies visualizamos el verdadero sentido del amor y el servicio en la comunidad fraterna. Desarrollar con los jóvenes aspectos de la biografía del santo cura de Ars, así como testimonios positivos acerca de sacerdotes, religiosos y laicos con los que los jóvenes comparten su día a día.


Viernes Santo:
Experimentar con los jóvenes como comunidad cristiana, la cercanía de Jesús e
n los momentos de dolor; recordar que nunca estaremos solos(as): Dios está con nosotros(as). Animados/as por la fe, queremos solidarizarnos con las personas que sufren y ser comunidad unida en el dolor. Recordar de manera especial los pueblos de Haití y Chile que es este último tiempo han sido azotados por fuertes terremotos, y promover en los jóvenes el sentido de solidaridad.

Sábado Santo:
Celebrar en comunidad y desde la comunidad, la vida que viene de Cristo Resucitado. Comprometernos en la defensa de la vida con la fuerza de Cristo Resucitado.
Con la resurrección, Dios nos dice que el triunfo del bien sobre el mal está asegurado. Tenemos futuro. La Vida triunfa sobre la muerte y el mal, incluso en aquellos momentos en que nuestro entorno parece estar lleno de tragedias naturales.


Vivimos inmersos en un ambiente de violencia y de opresión. Los conflictos son evidentes. Nuestro mundo está desgarrado y dividido entre el hambre y la abundancia, los explotadores y los explotados, los pobres y los ricos, los poderosos y los débiles, los sabios y los ignorantes, los manipuladores y los manipulados, los violentos y pacíficos…

La solución a estos problemas comienza por el amor, un amor que transforme la sociedad, que dé vida. Tenemos que demostrar que esto es posible, y será posible si amamos sinceramente a los demás, perdonándolos si nos han ofendido y creando un mundo reconciliado. La reconciliación y el perdón dan vida.

Reconciliándonos con el Padre, Jesús nos dio vida en abundancia. Nuestro compromiso es darles vida a personas con las que nos cruzamos, a las personas “anónimas” que nos sirven (plataneros, recogedores de basura, conductores de guagua, policías…), a los desconocidos que encontramos a diario. Por eso vamos a esforzarnos desde esta Pascua a ser signos de vida, realizando algún gesto reconciliador en la comunidad.


Fuente: www.box.net

sábado, 27 de marzo de 2010

El ser Cristiano: una vocación para los demás

Todos hemos sido llamados a la vida sin que hayamos podido merecerla, ni pedirla o proponerla. Antes de cualquier decisión de nuestra voluntad y por encima de cualquier posibilidad de elegir, ya estamos aquí.

Pero, ¿para qué estoy en el mundo? Evidentemente, para ser yo mismo, para realizarme según mi vocación. ¿Cómo llegar a ser uno mismo? Solo seré yo mismo si soy para los demás, más allá de mi individualidad y más allá de los grupos humanos a los que pertenezco.
Cada uno de nosotros necesita de los demás para realizarse. Necesitamos de otras personas para nacer, crecer y desarrollar nuestras cualidades: necesitamos a los demás para ser nosotros. Somos cristianos en la medida que nos damos a los demás. Dejamos de serlo en la medida que nos aprovechamos de los demás de cualquier forma.

Dios nos ha dado muestras más que suficientes para fiarnos de Él. A través de Jesucristo nos ha mostrado la vocación última a la que nos llama: ser hijos suyos, como nos recuerda la segunda lectura. No solamente nos ha señalado el horizonte último y a la vez inmediato de nuestra vida, sino que nos ha enseñado el verdadero sentido de nuestra humanidad: el ser para los demás.

Todos los cristianos estamos llamados a concretar esta actitud fundamental en una vocación específica. El Señor sigue suscitando vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales que se comprometan con la misión de su Iglesia de anunciar a todos los hombres la buena noticia.

Oremos, confiando en Dios que tiene la iniciativa en toda llamada vocacional, en todos los ámbitos y espacios eclesiales: en las familias y en las parroquias, en los movimientos y grupos apostólicos, en las comunidades religiosas, en las diócesis.

sábado, 20 de marzo de 2010

Vocación a ser persona

El ser humano sentimos en nosotros mismos un dinamismo que nos orienta, impulsa, dinamiza y conduce a un objetivo. Es la exigencia interna de ser persona. Nos sabemos personas y queremos ser personas. Nuestra naturaleza nos llama y nos reclama ser personas, no objetos, sino ¡personas!

Cada hombre y cada mujer estamos llamados a buscar el sentido de nuestra condición humana en cuanto varón o en cuanto mujer; a ser una experiencia de vida única e intransferible, a vivir nuestra condición humana de manera distinta e irremplazable, a ser igual que otros y ser, al mismo tiempo, originales; esta llamada a ser yo, es una vocación. La vocación humana, la vocación a ser personas.

Estamos llamados a ser y dar lo mejor de nosotros mismos, a desarrollar en plenitud ese germen vocacional con el que nacemos, pues desde el principio Dios nos llamó a ser persona, al crear al hombre y a la mujer.

Esta primera vocación que tenemos en común tiene diferentes aspectos que están estrechamente rela­cionados entre sí: La relación con uno mismo, con los otros y con la trascendencia (con Dios).

La primera llamada que nos hace Dios es a la vida, a existir como seres humanos. La tarea del hombre es construirse como persona, persona que se conoce a si misma, que actúa en libertad, que vive de valores, que tiene una relación positiva con los otros.

La vocación a ser persona se descubre, en primer lugar, dentro de uno mismo, cuando aprendemos a estar en silencio consigo mismo y llegamos a descubrir los propios valores, aspiraciones y posi­bilidades.

También se va descubriendo fuera de uno mismo, al saber "mirar" fuera: sobre todo a las personas de verdad, a su forma de vivir.


Cuando una persona va descubriéndose como vocación, va viviendo en la línea de la persona; y cuando más auténticamente se vive, mejor puede ir descubriéndose como persona.

Es importante que como jóvenes decidamos en que dirección seguir, que tengamos ideales altos, que nos esforcemos por formarnos un carácter que sea fuerte, rico y coherente, que sea libre y responsable y a la vez sensible a los valores verdaderos. Caminar por senderos de la verdad, sinceridad y autenticidad a ejemplo del nuestro Maestro Jesucristo.

Fuente: http://www.pastoraljuvenilmty.org.mx/, parroquiaicm.wordpress.com, http://jesuitasven.blogspot.com

sábado, 13 de marzo de 2010

La parábola del hijo pródigo


Señor, ¡gracias porque nos acoges
cuando somos pecadores y publicanos!

A veces tenemos la tentación de presentarnos ante Ti
sólo si ya hemos encontrado la solución,
sólo si sabemos ya lo que hemos de hacer.

Y allí nos hacemos los que te ruegan para que se haga “Mi” voluntad, más que la Tuya. Danos la confianza en Ti, la familiaridad
que Tú deseas para que sepamos buscarTe siempre,
cuando sepamos ya qué hacer y cuando estemos todavía lejos
de comprender, sin miedos ni temores.

Fuente: Subsidio CEI ‐ Cuaresma 2010

sábado, 6 de marzo de 2010

La Vocación


Como suele suceder,

las cosas más importantes de la vida,

son difíciles de definir


El concepto de vocación se presta a diversas interpretaciones y por tanto puede provocar confusión. Podemos usar la palabra vocación de diferentes formas, en diversos niveles. Existen, por ejemplo, escuelas "vocacionales"; se dice que alguien tiene "mucha vocación" para algún oficio o profesión; si un muchacho se sale del seminario "es que no tenía vocación". Y también hablamos de "vocación matrimonial o religiosa". ¿De qué estamos hablando?

La palabra vocación proviene del latín: vocare, que significa llamado. Sentir una vocación equivale a decir que alguien me está llamando. De otra manera no tiene sentido.

La vocación es una llamada y una gracia; está fuera de nuestras posibilidades el inspirarla y hacerla nacer.
La iniciativa es de Dios. Es una constante en las vocaciones bíblicas y lo repite Jesús: No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido. Es necesario orar y trabajar, acoger y dar gracias, aún sólo por una vocación, observar y descubrir.

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Beato Santiago Alberione - Fundador de las Hijas de San Pablo (Paulinas)

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